Todo aquel que aspira marcar una
diferencia positiva en el ámbito de los negocios, la política, el deporte,
etc., necesitará primero ser investido de autoridad. Los atributos de esta
investidura no son decorativos, sino emblemáticos. Según un dicho popular de mi
país, que hace referencia a la diferencia entre el porte de un caballo de
carreras y su comportamiento en la pista: "en la cancha se ven los
pingos". Si el líder no sabe como hacer que su visión se concrete es solamente
un soñador.
"Liderazgo es la capacidad de
transformar la visión en realidad."
Warren G. Bennis
Para hacer realidad una visión, el líder
necesita que su gente le crea y la credibilidad de cualquier plan está muy
relacionada con la credibilidad del líder. Sin animo de exagerar, creo que para
el éxito de cualquier plan que requiere el accionar de un conjunto, la
credibilidad del líder es prioritaria sobre el plan mismo.
Mi experiencia personal, es que
corrientemente, los cambios hacia la excelencia, hacen que la gente piense en
términos de ganadores y perdedores. Esto se traduce en quienes se beneficiaran
con el cambio y quienes creen que saldrán perjudicados. Si los que piensan esto
último, prosperan dentro del grupo la cosa se pondrá difícil.
Viene a mi mente una historia bíblica, que
cuenta los problemas de un líder al que se le encomendó una misión
prácticamente imposible. Este hombre llamado Moisés, de 80 años de edad, debía
interceder ante Faraón (máxima autoridad mundial de su tiempo) y convencerlo
sobre la conveniencia de dejar en libertad a toda una nación de más de 2
millones de esclavos. Está mano de obra barata y capacitada, era vital para el
sostenimiento de la inmensa riqueza y majestuosidad del imperio egipcio.
Sin embargo Moisés, no estaba preocupado
por su credibilidad ante Faraón, sino que su preocupación, ciertamente muy
acertada, estaba centrada en su posición frente al pueblo que se le había
encomendado liberar. Es posible que Moisés haya pensado: si los ganadores de
esta historia no creen en mi, como convenceré a los perdedores. A causa de está
preocupación le fueron revelados los elementos que harían que la gente
reconozca su autoridad.
Dios la pregunto a Moisés: ¿Qué tienes en
tu mano? Y Moisés respondió, una vara.
Desde la antigüedad la vara ha sido una
señal de autoridad, que con el tiempo fue perfeccionándose hasta tomar la forma
de bastón de mando y cetro. Aun en nuestro sistema democrático, el líder es
investido de poder al recibir el bastón presidencial.
Eso implica su investidura, una señal de
la autoridad que le ha sido delegada, pero para quienes están bajo autoridad,
la vara representa cuatro cosas elementales que van a exigir del líder:
La vara significa también:
Apoyo para mantener el equilibrio.
Instrumento justo de medida.
Elemento de protección y seguridad.
Elemento de protección y seguridad.
Palanca para mover cosas pesadas.
Los cuatro elementos básicos que el
liderazgo debe brindar son:
Estabilidad.
Justicia.
Seguridad.
Soluciones.
1) La gente espera un liderazgo
equilibrado.
Los líderes tambaleantes no pueden esperar
que su gente los sostenga todo el tiempo. La responsabilidad de su posición
debe manifestar un alto grado de equilibrio estable, ante los movimientos
externos. El camino hacia la excelencia que transitamos, tiene algunos tramos
cuesta arriba y otros hacia abajo. Quien acepta la autoridad, recibe la vara
que debe utilizar para avanzar, debe tener un equilibrio dinámico. Significa
que debe dejar de apoyarse en el pasado si quiere de verdad construir un
futuro. No estoy hablando de olvidar por completo nuestras experiencias
anteriores, sino mantener el equilibrio estable en movimiento, para avanzar
hacia el futuro. Nadie es llamado a una posición de autoridad para luego
escucharlo lamentándose por falta de apoyo. Para eso se le ha entregado una
vara y la gente espera que sepa usarla. El equilibrio estático es muy fácil de
lograr.
El equilibrio dinámico requiere mayor
habilidad. Si el líder es desequilibrado e inestable, su liderazgo también será
inestable.
2) La gente espera un liderazgo con
medidas justas.
La vara se utilizaba también como un
instrumento para medir con justicia. Tener una vara patrón, evitaba la
arbitrariedad de medir todas las cosas con pasos, palmos, codos y pies.
Actualmente estas medidas están normalizadas, es decir son normales, se ajustan
a una norma. Aquellas que no se ajustan son anormales, arbitrarias y en
consecuencia injustas. La justicia es lo que mantiene la paz y la unidad en
cualquier grupo, equipo o nación.
Se espera que el líder tenga la capacidad
de medir con justicia, sin arbitrariedades y aplicando normas parejas para
todos, sin privilegios de ningún tipo. Todo se debe medir con la misma vara,
con aquella que representa la justicia. Que un líder pierda su imparcialidad,
es vergonzoso. Cuando un líder pierde la vergüenza la gente le pierde el
respeto y se divide buscando su propia conveniencia.
3) La gente espera un liderazgo que les
brinde protección y seguridad.
La vara del pastor, su báculo, es un
emblema de defensa y seguridad. Se espera que ante la amenaza de un lobo,
coyote u otro intruso la vara entre en acción. Aquellos que están en autoridad
deben velar por la seguridad de aquellos que se les ha confiado. La intimidación
externa siempre se presentará cuando un equipo, una empresa y una nación se
lanzan en busca de la excelencia. Es ingenuo pensar que no se presentarán
resistencias activas para impedir que se alcancen las metas de excelencia.
Siempre que se intenta superar algo, se incomodará a alguien. Los deportistas y
las empresas lo saben. No se conquista un torneo o un mercado sin luchar con
otros. Los líderes deben defender su gente, pues para eso han recibido la vara.
Las empresas y los deportistas tienen competidores. ¿No los tendrán también las
naciones?
4) La gente espera que el liderazgo tenga
capacidad de vencer la inercia.
La palanca es una herramienta elemental
que se estudia en la física clásica y consiste simplemente en una vara. Su
principio básico implica una multiplicación de la fuerza. Mediante ella se
logra vencer la inercia de cosas pesadas, que sin ella no se podrían mover. El
líder es un facilitador, no puede detenerse ante la dificultad que implica
mover obstáculos que se interponer a sus metas en el camino hacia la
excelencia. Moisés usó su vara para hacer milagros y permítame decirle, que la
gente espera milagros de sus líderes. Confían en que sus fuerzas superarán el
promedio. Su capacidad para mover cosas pesadas (hablando metafóricamente) es
lo que los sacará de esa mediocridad. El líder debe tener el poder de
simplificar lo que es difícil para la gente y liberarlos de pesadas cargas. Un
equipo, grupo y también una nación, se fortalecerá cuando observe un modelo de
fortaleza. No estoy hablando de carisma en este caso, sino de fortaleza de
voluntad, moral, intelectual y emocional. Esto implica contar con la habilidad
de multiplicar las fuerzas, para alcanzar soluciones aun en las situaciones que
llevan mucho tiempo inertes.
Nunca se conoce el verdadero carácter de
las personas hasta que se les da autoridad.
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